HISTORIA DE UN ASESINO CANIBAL.
Fiorella Mestanza Góngora
La historia verídica de un hombre que hizo realidad el canibalismo. Lo que comenzó con un inocente sueño en su niñez fue llevado de una extraña manera a la vida real. Esta es la historia de “Issey Sagawa”, el caníbal japonés, que actualmente esta libre.
Issey Sagawa: sus inicios.
Un hombrecillo extraño que nació en Japón. Un hombre con manos y pies pequeños, poseedor de un inconfundible caminar cojo, y una peculiar voz de mujer. Un hombre particularmente tímido. Hijo de un multimillonario, Akira Sagawa, presidente de Kurita Water Industries en Tokio, era consciente de no ser atractivo para los ojos de las mujeres. Inteligente, obsesionado con las femmes altas de rasgos occidentales, quería tener consigo a “la mujer perfecta”. Mientras estudiaba Literatura Inglesa en la Universidad de Wako, comenzó a relacionarse con una alemana que daba clases de idiomas. “…Cuando me encontré a esa mujer en la calle, me pregunté si podría comerla…” confesó Sagawa en una entrevista. Un día de verano, la siguió hasta su apartamento, se metió por la ventana e intentó matarla. La mujer se encontraba dormida, y con poca ropa, lo que despertó aún más el deseo de Sagawa, quien busco desesperadamente algo para apuñalarla o golpearla, hasta que finalmente encontró un paraguas.Antes de poder hacer algo, la mujer despertó, gritó de manera desesperada provocando la huida del individuo. Issei no olvidó esta experiencia, pues pensó que había sido muy fácil estar cerca de una mujer atractiva y, si hubiera sido más cuidadoso en su ataque, podría haber cumplido su fantasía.Empezó a investigar y vigilar a sus posibles víctimas para planear cuidadosamente sus ataques y así evitar que escapen (como había pasado la primera vez).
El hallazgo de su presa:
Al viajar a París, encontró a la mujer que nunca pudo sacar de su mente. Su piel blanca, la forma carnosa de sus nalgas y sus bonitos senos le hicieron perder la cordura. Sagawa, equívoco, estaba convencido de que una forma de demostrar el amor que sentía por las mujeres que le gustaban, era comérselas, para de esta forma llevarlas siempre consigo. 1981 En el Censier Institute de Paris, Sagawa conoce a la alemana Renee Hartevelt, era alta, rubia y bonita. Tenía 25 años, políglota y dueña de un futuro prominente: su objetivo era un Ph.D. en literatura francesa. Sagawa declaró que al sentarse a su lado en la clase, se enamoró inmediatamente de ella. Era la mujer perfecta para sus planes, pero esta vez tendría que ser cuidadoso y preparar minuciosamente su plan.
Renee, ella aceptó sin dudarlo. A Sagawa le gustó la inteligencia de la muchacha, su conocimiento de pintura y literatura europea, y hasta incluso le escribió cartas de amor y la invitó a conciertos y exposiciones de arte. Salían frecuentemente y en algunas ocasiones hasta lo invitaba a su apartamento a tomar el té. Estas salidas asiduas despertaron aún más las macabras fantasías del oriental, quien un día invitó a Renee a cenar a su apartamento y le pidió que le leyera un poema de un escritor alemán. Al retirarse Renee, Sagawa olió y lamió el lugar donde ella se había sentado y juró que se la comería para poder poseerla por siempre.
Hasta que halló la oportunidad:
Insistió nuevamente con invitarla a cenar, ella accedió, como también accedió a ser grabada recitando el poema favorito del oriental con su equipo de reproducción. Nada más excitante que la lectura de su poema preferido con la voz de Renee. El 11 de julio de 1981 decidió hacer realidad su mayor fantasía, con la ayuda de un rifle calibre 22. Cuando Renee llegó, la hizo sentar en el suelo al estilo japonés para tomar el té, aquel en el cual mezcló un poco de whisky, para volver a la muchacha poco a poco más accesible. Conversaron por varias horas, mientras Sagawa esperaba que el licor en el té surtiera su efecto. Cuando la muchacha por fin demostró estar un poco alterada por los efectos del whisky, Sagawa le declaró su a amor y trató de llevarla a la cama. Ella lo rechazó, explicándole que no quería ser más que su amiga. Sagawa se levantó desconcertado y mientras Renee se sentaba en una silla, él rápidamente buscó un libro de poemas para que ella se lo leyera.
El crimen:
El japonés grabó las últimas palabras de la muchacha y luego le disparó con su rifle en el cuello. Renee cayó de la silla, Issey le siguió hablando como si nada hubiera pasado… pero ella ya estaba muerta. Al ver la cantidad de sangre que fluía de la herida, Sagawa se asustó y en un principio intentó limpiarla, desistiendo finalmente de esta tarea cuando optó por desvestirla para hacerla suya.
La sentencia:
Dos días después del asesinato, la policía llegó a su apartamento con una orden de captura. Sagawa los dejó entrar sin intentos de huír. Ellos abrieron el refrigerador y encontraron los pedazos del cuerpo de Renee, labios incluídos. Sagawa confesó todo y alegó que tenía una historia médica por una enfermedad mental. Sus descripciones fueron sumamente contundentes, específicas y detalladas. El juez decidió que él no era competente para juzgarlo: Estaba realmente loco.
Issei Sagawa era dueño de una lujuria sexual extrema. Declaró a un periodista británico que su canibalismo probablemente habia sido originado en su niñez, cuando en un sueño él se encontraba en una olla hirviendo junto con su hermano, pues serían la comida de alguien más. Comenzando desde allí sus fantasías caníbales pasando de ser “la comida” a quien “se la comería”. Su apetito era exclusivamente por mujeres altas, rubias y de piel muy blanca. Sabía que no tendría otra opción mas que la que eligió para estar con una mujer de estas. En Tokio visitó a un psiquiatra a quien confesó sus oscuros deseos, el profesional lo calificó de persona muy peligrosa. Su padre encubrió el problema y lo envió a otro país.